«Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado» (Mt 28, 19-20).
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«Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado» (Mt 28, 19-20).
«Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
(Jn 3, 17)
“Me arriesgaré a actuar en el puesto del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… pero sobre todo es un gran don.”
(Beata María Laura, Hija de la Cruz)
Cada vez que tracemos sobre nosotras la señal de la cruz recordemos:
– Hoy actúo en nombre del Espíritu Santo (en el puesto del Espíritu de amor) dejando su benevolencia, su perdón, su alegría se expresen a través de lo que pienso, lo que digo y lo que hago.
(Beata María Laura, Hija de la Cruz)
Cada vez que tracemos sobre nosotras la señal de la cruz recordemos:
– Hoy actúo en nombre del Hijo (en el puesto de Jesús) que dijo: acepto morir por ti, por cada hombre, cualquiera que sea, pues tú eres precioso e importante para mí, te amo y doy mi vida por ti.
(Beata María Laura, Hija de la Cruz)
Cada vez que tracemos sobre nosotras la señal de la cruz recordemos:
– Hoy actúo en nombre del Padre (en el puesto del Padre) creador, que ha amado tanto al mundo que le ha dado lo que tenía de más querido, su Hijo Jesús, para que nosotros podamos habitar eternamente su casa participando de su propia vida.
(Beata María Laura, Hija de la Cruz)
“Nuestro carisma nos hace contemplar a la Santísima Trinidad inclinada sobre el hombre para realizar su proyecto de Amor, de novedad, de vida. Sugiero un compromiso.”
(Beata María Laura, Hija de la Cruz)