El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios». (Lc 1, 35)

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios». (Lc 1, 35)
Como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:«Voz del que grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán aplanadas; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios». (Lc 3, 4-6)
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (Lc 2, 19)
Jesús le contestó:«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»(Jn 18, 37)
«El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán». (Mc 13, 31)
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.» Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. (Mc 10, 49-50)
¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? (Mc 10, 39)
«El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
(Mc 9, 37)
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.» (Mc 7, 33-34)
«Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.» (Mc 7, 14-15)