
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» (Mc 1, 40-41)
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.» (Mc 1, 40-41)