Jóvenes, Laicos, Misión

Hijas e Hijos de la Cruz

En nuevas realidades de frontera.

La realidad del COVID 19 ha sido un acontecimiento mundial, que a cada uno de nosotros, de una u otra manera nos ha interpelado. Hemos buscado al Señor en esta realidad para no perder la esperanza o para estar preparados ante el apocalipsis que parecía estar aconteciendo frente a nosotros. Y en medio de esta realidad el Señor responde, interviene en la historia y nos concede su paz.

Dios es Vida y no nos deja solos.

El Señor viene, él es el “Dios de la Vida” y no el “dios de la muerte”, no permanece imperturbable a los gritos de auxilio (Ex 3,7), ni frente a nuestra desesperación en medio de la tempestad (Jb 38,1). Se compadece y viene al encuentro de nuestra fragilidad (Jn 1,9) para darnos vida (Jn 11, 25).

Y Dios que es vida también nos convoca a nosotros, y nos envía para dar vida y ser luz allí donde estamos. Esta invitación se ha vivido fuertemente al interior de las comunidades cristianas especialmente en tiempos de pandemia, como también en numerosos hombres y mujeres de buena voluntad, llevando a iniciar o a acompañar diferentes iniciativas solidarias, para estar cercanos a los pequeños y a los empobrecidos de hoy, que cada vez son más numerosos.

En Argentina, ha nacido y se ha fortalecido de un pequeño grupo ante esta realidad de sufrimiento de los empobrecidos. El don recibido de Juana Isabel y Andrés Huberto parece estar manifestándose de nuevas maneras, y con la creatividad del Espíritu.

Dios nos llama para dar vida, y ser hermanos y hermanas de todos.

Javier, el director del nivel secundario del Instituto Hijas de la Cruz de la Plata, inició hace unos meses un grupo conformado por diferentes padres, madres, ex alumnos, docentes y docentes jubilados de los diferentes niveles. Ya en el año 2019 este mismo grupo se había convocado para responder a una necesidad concreta: en los días más fríos de inviernos abrir las puertas del colegio para dar de beber y de comer algo caliente a personas de la calle. La iniciativa tuvo mucha convocatoria y grandes repercusiones.

En el año 2020, la realidad de pandemia dejó a muchas personas sin empleo ni ingresos fijos. Esta realidad movilizó a los “Padres Solidarios” nuevamente, ahora con el deseo de abrir un “merendero” en un barrio humilde.

El grupo llamado “Padres solidarios”, comenzó convocando a los niños de un barrio de las afueras de la plata, los días sábados a las 16 hs en un espacio abierto para evitar el contagio y cuidarnos unos a otros. Se ofrecía un vaso de leche y chocolate con algo rico para acompañar.

La iniciativa comenzó con la merienda y cada quince días también el almuerzo. Llegando al mes de diciembre, nos encontramos que todos los sábados se reparten las viandas de comida y la merienda. Nuevas iniciativas se sumaron estas últimas semanas como son la entrega de vestimenta, calzados para niños y plantas de verduras para iniciar huertas familiares.

Estas iniciativas no serían posibles sin la solidaridad de los padres de la comunidad del Colegio Sagrada Familia e Instituto Hijas de la Cruz. Son ellos quienes se han movilizado y han respondido a esta necesidad. A esta respuesta la llamamos “misericordia en acción”.
El día 8 de diciembre, se colocará un cartel con el nombre de “MERENDERO SANTA JUANA ISABEL Y SAN ANDRÉS” para continuar con la obra de nuestros fundadores, junto a los pequeños de nuestra querida América Latina.

• El Dios de la Vida hace fecunda nuestra entrega para el Reino.

En diciembre del 2019, la comunidad de hermanas Hijas de la cruz ha finalizado su presencia en los barrios de la Parroquia Sagrado Corazón de Boulogne, pero el espíritu de Andrés e Isabel sigue trabajando suscitando fraternidad para caminar junto a los pequeños y empobrecidos de hoy.

En la Capilla Medalla Milagrosa, los laicos y padres teatinos han respondido con un corazón atento a la realidad y las manos dispuestas para ponerse a la obra. Esta pequeña comunidad, ha sentido la necesidad de abrir un merendero ante la misma realidad de falta de trabajo y de nuevas oportunidades.

La semilla sembrada ha comenzado a dar frutos de compasión ante el sufrimiento, suscitando un compromiso en lo cotidiano. Esto no sería posible sin la acción del Espíritu que da nueva vida y nos hace hijos e hijas de Dios, y hermanos y hermanas entre nosotros.

• Es el Emanuel, el Dios con nosotros.

Es hermoso ver que ambas iniciativas de un merendero, ya sea en un barrio de La Plata como en la Capilla de un barrio de Boulogne, han nacido de los mismos laicos, y que se siguen sosteniendo en el tiempo gracias a que ellos mismos responden a una misma llamada: la llamada de Dios a responder ante el sufrimiento de los pequeños, y de ponerse en camino con lo que somos y tenemos. No se trata de grandes iniciativas, pero sí de grandes pequeñas transformaciones en el corazón de cada uno y en nuestro alrededor.
Este es el don que nos han dejado nuestros fundadores, y a nosotros, como gran familia espiritual, se nos invita a acogerlo y creativamente transmitirlo a las nuevas generaciones.

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